Ventanas desde donde mirar el mundo. Curso 2018/19

Hemos iniciado este nuevo ciclo en VidaiTierra con mucha emoción y fuerza, pero también con orden y armonía. Aprendiendo equilibrio desde los primeros pasos de esta nueva etapa. 

Seguimos sorprendidos y agradecidos por la confianza y unión que todo el colectivo ha mostrado en su encuentro con VidaiTierra. Las vinculaciones de las nuevas incorporaciones están siendo muy fluidas, incluso en casos de niños y niñas que se separan de sus madres o padres por primera vez, dándose por supuesto los momentos de miedo, tristeza, ira o frustración natural ante la separación inicial. Pero el proceso de vinculación está siendo en lineas generales muy apacible, y esto no sería posible sin la mirada amable y el corazón confiado de padres y madres en este contexto. 

Este año VidaiTierra viene con más tierra. Con más solidez, integridad y coherencia. Esta ha sido nuestra apuesta para este nuevo ciclo, y ya se hace notar en l@s pequeñ@s maestr@s, que en su fina percepción pueden sentir la seguridad que tanto a familias como al propio equipo nos aporta el sentir una estructura espacio-temporal bien definida y unas rutinas que tienen en cuenta nuestras necesidades evolutivas, nuestros bioritmos y las fases de contracción y expansión propias de cualquier, ser, proyecto, órgano u organismo vivo. 


Ya puede comprobarse como niños y niñas se adelantan a dicha estructura, pidiendo el círculo mágico, recordando si hemos olvidado saludar al sol o agradecer la nutrición, indicando que hay que calzarse para posteriormente ir a comer, o (en el caso de los más mayores) recordando las distintas propuestas asociadas a los distintos días de la semana. 


Se han puesto en marcha los distintos ambientes de aprendizaje percibiendo, escuchando y anotando los intereses, motivaciones y propuestas de los diferentes niñxs. Nuestra intención es dar espacio a la motivación real de cada unx de ellxs. Ayudarles a qué reconozcan sus pasiones vitales y proporcionarles el espacio, los recursos y el acompañamiento necesario para que puedan explorarlas feliz y libremente. 
Ha dado tiempo para mucho en estos 10 días. Y es que quienes han pasado por aquí saben que 1 minuto en VidaiTierra equivale a 1 hora terrestre, aunque paradójicamente el tiempo vuele.


Concretamente hemos iniciado nuestras propuestas abiertas semanales de Arno Stern, ciencias, cocina, huerto, música y teatro (en ese orden). 
Entre otras áreas hemos desarrollado nuestra psicomotricidad en actividades como los recortes, el insertado (pulseras y collares y juegos de enebrado), los trasvases sólidos y líquidos, las mezclas volcánicas y la leche psicodelica, la escritura con sellos, los puzzles, el amasado, la escalada, los circuitos motorizados o la colchoneta. También hemos trabajado la coordinación y el ritmo a través de las rondas y canciones, los juegos rítmicos, el yoga o la Biodanza. 


Hemos representado ya un par de obras, extraídas de los cuentos preferidos de los grupos y hemos asistido a una representación de teatrillo de mesa que puso a prueba el aforo máximo de la sala de la luz. 
En música hemos explorado la diferencia entre los cambios de tono ascendentes y descendentes, la velocidad del ritmo y los ejercicios de imitación, proyección vocal y libre expresión musical y corporal.
Todos los grupos han disfrutado del re-encuentro con el huerto y los animales. Ayudando a su alimentación y cuidado. Aprendiendo el respeto hacia cada ser y su libre voluntad.


Emergen exploraciones de lo más cotidiano, un niño pregunta por la herramienta que falta a una figura plástica, se trata de un herrero al que le faltan el martillo y las tenazas. Esto da pie a una conversación sobre el metal y sus estados, la temperatura y como afecta a la materia, la creación de cubiertos, herramientas de trabajo, espadas y escudos, etc. Imitamos el modo de golpear del herrero, más tarde lo usamos para expresar la ira y frustración vivida por un desencuentro de intereses, arrojando con fuerza una piedra contra el suelo engravillado. 


Continuamos con nuestro enfoque de aprendizaje transversal, que posibilita el aprendizaje de distintas áreas en la realización de una misma actividad. Un ejemplo de esto puede apreciarse por ejemplo en la actividad del comedor, en la que simultáneamente aprendemos vocabulario (cada día mostramos, reconocemos y nombramos los diferentes alimentos en castellano, valenciano e inglés), a tiempo que aprendemos civismo, autoescucha corporal (¿tengo más hambre o sed?, ¿sé si esto realmente no me gusta?...), ritmo y expresión (mediante rimas y agradecimientos) o psicomotricidad fina (trasvases sólidos y líquidos de comida y bebida). Todo integrado de un modo natural en una rutina que nos ayuda a reforzar las conexiones sinapticas necesarias para un desarrollo adecuado de nuestros sistemas físicos, psico-emocionales y energeticos. 


Observamos y comentamos la sincronía vital que se da en VidaiTierra. El propio espacio se autoregula en la formación de los grupos, en los que se dan los perfiles necesarios para que cada persona encuentre tanto retos relacionales como apoyo y contención dentro del grupo de iguales. Aparecen los primeros vínculos, y en otros casos se refuerzan los antiguos. 


Seguimos descubriendo quienes somos con la ayuda de la relación, sea esta con amigxs o aparentes enemigxs, con el entorno, o con nosotrxs mismxs. Todo es una oportunidad perfecta para aprender a responder en lugar de reaccionar. Algo que seguimos aprendiendo, tanto niñxs como adultxs en VidaiTierra. Seguimos cultivando la atención con cada nueva oportunidad, para poder observar el pensamiento y la emoción aparecer, para no actuar al servicio inconsciente de ellxs, y para poder expresarl@s de una forma segura, sana, consciente y creativa

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