Ventanas desde donde mirar el mundo. OTOÑO 2018

El otoño llega a VidaiTierra con nuevos aprendizajes para todxs. Al igual que los árboles de hoja caduca, soltamos las hojas que ya han realizado su misión para que la savia que nuestra atención es pueda nutrir y fortalecer los nuevos brotes. ¡Y brota mucha Vida en esta Tierra!Brotan nuevas ideas y formas de expansión y crecimiento. 

Igual que en la mente de una niña, que descubre nuevas formas de amar la vida que vive, a través de nuevas pasiones que le conmueven y regocijan.Vidaitierra, como un cangrejo hermitaño, o como un niño en el vientre, nota sus límites, siente su presión y se dispone a abrirse a nuevas formas de vida, a nuevas vías de creación, expresión y expansión.

Sentimos a VidaiTierra encontrándose con los desafíos de su llegada a la madurez. Con 10 años ya puede reconocer las formas de hacer que valieron en la niñez, pero que en esta nueva etapa carecen de sentido. Se da cuenta de cómo quiere ser, y de cómo no. Y ahora, se mira al espejo con la honestidad y el amor que el libre aprendizaje le ha enseñado, preguntándose... ¿Hacia dónde quiero crecer?

Mientras tanto, en su corazón seguimos creciendo tod@s. Riendo y llorando junt@s (con más dientes que una sierra). Aprendiendo a aprender, a desaprender y a desprendernos de lo viejito, si es que es su tiempo de marchar. Entre cánticos, lágrimas y el sol que nos iluminaba despedimos a Pepa. Nuestra anciana perra. Algún joven maestro del reino animal apaciguaba el corazón de los olvidadizos adultos al recordarles llanamente: "Pepa ya era mayor, y sabía que Vida (nuestra nueva compañera canina) había llegado para acompañarnos". La ola no se entristece al abandonar su forma, pues sabe que su fuente es el océano al que vuelve y del que volverá en una nueva forma.

También seguimos cuidando de nuestros jardines (externos e internos). Sembrando alcachofas y autonomía al mismo tiempo. Prestando atención a los animalitos (externos e internos) que nos enseñan a escuchar nuestras necesidades más primarias. A enseñar los dientes si es necesario y a acercarnos a aquello que nos sienta bien escuchando todos nuestros sentidos, incluido por supuesto el sentido común.

Somos orgullosos testigos de los primeros límites respetuosos de quienes hace sólo unas semanas no eran capaces de decir NO, no me gusta, o no me apetece. Es emocionante escuchar las sugerencias de niñxs que aún no terminan de ser capaces de articular el lenguaje y ante un trato brusco son capaces de recordar a sus compañerxs... "con amor" seguido del nombre de su compañerx. E igual que presenciamos sus "no" presenciamos sus "si" cada vez que repiten su propuesta preferida. Cada vez que se adelantan a la rutina para pedir la canción, el taller, o el juego que les enseña el disfrute.

Hemos dado la bienvenida a la maravillosa psicomotricidad de Hendrick, con gran participación y entusiasmo. Con coreos y euforia por volver a disfrutar de un espacio de expansión tan creativo y nutritivo.

Y hablando de nutrición, por supuesto ha habido cocina, con ricas galletas provistas de alas. Todos fuimos testigos de como volaron!

También ha habido teatro de indios, en el que trepamos, reptamos, socorrimos a los más cansados de la tribu sobretodo cantamos recordando que creamos nuestra buena suerte cada vez que elegimos el corazón valiente (elegir la fuerza del amor).

Lxs más pequeñxs han pasado de estar con sus "ma-pas" (¿no es bonito que la unión de mamá y papá resulte en aquello que usamos para encontrar la ruta hacia nuestro destino?) o adultos de referencia, a compartir por primera vez (un espacio entre iguales, con todos los aprendizajes que eso conlleva: "sé que quieres este juguete/silla/moto... pero ahora la tiene... cuando acabe te toca a ti, mientras puedes coger esta otra", "veo que te apetece el melón que ha traído... si quieres un trocito se lo puedes pedir..." por ejemplo. Aún no hablan, y por supuesto hay gran parte que todavía no pueden integrar, pero escuchan muy atentxs cada vez que repetimos estas frases, e incluso nos buscan con la mirada cuando alguien les quita algo de las manos para que les demos voz. Cada vez se sienten menos asustadizos en exteriores o cuando se les acerca un niñx mayor, sino al contrario. A veces incluso les buscan y quieren mirar y "participar" en lo que hacen.

Emergen relaciones espontáneas entre distintas edades. Relaciones basadas en el respeto y el cuidado, dando lugar a aprendizajes ricos e inspiradores para otrxs niñxs.

Por supuesto no todo es arcoiris en VidaiTierra. Hay golpes y gritos, enfados y fugas con juguetes arrebatados entre otros fenómenos tormentosos. Los mismos acompañantes nos damos cuenta de nuestras limitaciones personales al acabar la jornada. "Podría haber sido más amable en aquella petición", "quizás si hubiese ofrecido esta otra alternativa el conflicto no se habría dado", "aquí no supe gestionar a mi propio niño interno" o "hoy no he brillado como otros días".

Pero darnos cuenta de nuestras limitaciones y asumirlas sin culpa pero con responsabilidad es parte del proceso de cualquier acompañante de infancia. Sólo cuando somos capaces de reconocer nuestros errores con humildad frente a l@s niñ@s podemos enseñar a forjar un carácter coherente, íntegro y auténtico.

Y para hacerlo lxs niñxs (internos y externos) necesitan sentir que les abrazamos más allá del aparente error. Así les damos y nos damos permiso para aprender y desaprender sin miedo a perder El Gran Tesoro.

Y esa es La Labor en VidaiTierra. Descubrir el amor allí donde parece no existir.

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