Ventanas desde donde mirar el mundo

Seguimos creciendo como los árboles, hacia afuera y hacia adentro. Enseñándonos lxs unxs a los otrxs, sin darnos cuenta a menudo de la maestría de nuestro inconsciente, que siempre expresa la mejor aula, el mejor maestro y la mejor lección para nuestro actual aprendizaje.

Aprendemos en VidaiTierra lo mismo que estudiamos en casa. ¿Cómo podemos hacer para llevar la armonía a la vida práctica con responsabilidad y disfrute?

Seguimos olvidándonos y recordándonos muchas veces a lo largo del día que la clave está en nosotrxs. Seguimos dándonos cuenta de que seres tan libres como lxs niñxs no hacen más que expresar nuestro mundo interno. Y es por ello que cada vez más sentimos la necesidad de mirar hacia adentro, con honestidad y amor a partes iguales, para continuar elevando nuestra calidad de vida y nuestro servicio, que sin Ser, se queda en vicio.

Se hace evidente que sólo cuando nos relacionamos profundamente con nosotrxs podemos hacerlo también con nuestrxs pequeñxs acompañantes. Sólo atendiendonos completamente (física - mental - emocional - energética - y espiritualmente) podemos comprender, honrar y respetar cada parte del todo que nuestrxs hijxs/amigxs son así como hacer lo propio con las experiencias y oportunidades de liberación que cada día nos brindan.

Es un regalo eterno ser partícipes de sus diferentes procesos de desarrollo, y especialmente en la definición orgánica de su identidad individual. Es maravilloso ver crecer su autoestima, asistir a sus "yo puedo" y a sus satisfechas sonrisas. También lo es ver como descubren y eligen sus preferencias día a día, con cada vez mayor entrega y convicción de lo que les gusta y lo que no, de cuándo, cómo y por qué.

Autoconocimiento y autoregulación que se hacen evidentes en su iniciativa para proponer actividades como la creación de nubes en ciencias o en la investigación de los dinosaurios, pero también en el ámbito relacional, en el que en muchos casos emergen la seguridad y la autoestima necesarias para construir relaciones sanas y generar intercambios positivos y significativos en sus relaciones.

Sigue extendiéndose la integración intergrupal a través de la cual los más mayores y los más pequeños comparten momentos y desarrollan juntos su flexibilidad, su paciencia y su cuidado entre otras. Ocurre magia en esos momentos en que los más mayores ayudan a los más pequeños por propia iniciativa y sin necesidad de intervención adulta.

En esencia, ayudamos al niñx a establecer o restablecer el contacto con sus sentimientos más íntimos. Aceptar estos sentimientos les permite experimentar la vida vibrante, intensa y más plenamente.

Cuando favorecemos el apoyo de este núcleo vital, estamos favoreciendo que en el futuro tengan la energía para afrontar las dificultades así como la capacidad introspectiva necesaria para saber que es lo más importante o beneficioso para el o ella.

Si somos capaces de acompañar a los niñxs somos de nuevo capaces de acompañarnos a nosotrxs mismxs también como adultos. Sólo aprendemos, por tanto, un paternaje y maternaje consciente cuando somos capaces de transformar nuestra relación con esa parte niñx en nosotrxs, que a veces quiere un atracón de cualquier sucedáneo adulto de chuche, o quiere que le reconozcan sus logros, o que simplemente le dejen llorar en paz. Trata de ser profundamente respetuoso con el niñx externo.

Después trata de escuchar, dialogar, negociar y abrazar a tu ego del mismo modo. Ofreciendo alternativas para cubrir sus necesidades del modo más seguro e inteligente posible. Ambas realidades se retroalimentan, empieza por donde quieras, pero que sea con amor.

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